Este sábado toca ir a Irurzun, saldremos del aparcamiento que hay en el recorrido del Plazaola junto al tanatorio desdé allí subiremos hasta una pequeña cima, el Allegain y nos dirigiremos al balcón de los buitres, volvemos por la misma senda y ya empezamos la subida al Erga, luego, en el desvío, si alguien quiere ahorrarse más de 200 metros de desnivel se puede coger el camino hacia Aizkorbe, que es el que tomaremos luego todos para volver a Irurzun por el camino del Plazaola. Son 10'27 kilómetros de recorrido y 644 metros de desnivel que se reducen en más de 200 metros si alguien no sube al Erga y la Trinidad. Nos vemos el sábado.
Punto de encuentro: Aparcamiento piscinas de Nuevo Artica en variante norte.
Comentarios
Hola a todos. Ayer nos acercamos a una cumbre tantas veces hollada cuando éramos jóvenes y nuestros únicos medios de transporte eran el tren y el autobús. Pero el ambiente que nos brindaba ayer esta cima era puramente alpino, con nieve casi desde el comienzo, rocas escarpadas y laderas a veces vertiginosas. El comienzo no presentaba muchas dificultades. Una cómoda pista nos acerca hasta una verja donde el camino se divide en dos. El de la derecha se dirige derecho a la cima, mientras que el de la izquierda pasa por la modesta cota de Allegáin y por el mirador de los buitres. Pese al frío y la nevada, el grupo era numeroso. Y no éramos los únicos, el monte estaba lleno de gente. A ello por lo visto contribuía que la carretera de Aralar se encontrara cerrada, y muchos se hubieran venido aquí, entre otros, un grupo de leoneses que habían llegado el día anterior en autobús (mal día para viajar) y que habían tenido que cambiar de planes sobre la marcha. El sol nos acariciaba a ratos y la visibilidad era buena. Al aproximarnos al balcón, un rebaño de cabras desfilan en hilera bajo nuestros pies, envueltas en un espeso abrigo de lana. Las dos Hermanas lucen enfrente, en la cumbre de la derecha se aprecian dos figuras. El Txurregui luce su pala inmensamente blanca. Desandamos lo andado hasta un cruce para tomar la senda que nos llevará a la cima. Antes, algunos nos acercamos al Allegáin, donde la capa de nieve es más espesa. ¡Menos mal que nos hemos puesto las polainas!
Bueno, ahora empieza lo divertido. Los que han pasado primero han dejado el camino convertido en un tobogán de barro. Optamos por remontar por la izquierda, aprovechando una zona de enebros que, aunque no permiten mucho que nos agarremos, por lo menos impiden el deslizamiento. Vuelta a la vía principal. Ahora ganamos altura por una media ladera, en una travesía horizontal que no permite titubeos, ya que la pendiente es bastante fuerte. Esta travesía nos llevará al camino principal, más amable y por el que sube más gente. El trozo que queda hasta la ermita no es tan expuesto, y discurre en zig-zag, pero está mucho más pisado y resbaloso. Algunos lo evitan buscando la nieve acumulada a mano derecha, pero la progresión no deja de ser trabajosa. Un par de "colgaos" están buscando una cámara de fotos que al final aparece en el fondo oscuro de un... bolsillo (¡menos mal!). Parece que a la ermita se la están llevando cada vez más allá, así que el grueso del grupo sube primero a la cumbre, aunque no disfrutan de la maravillosa vista del otro lado porque una nubecilla impertinente se les cuela al llegar arriba, y no está el tiempo como para esperar a que se vaya.
Así que nos reunimos en el refugio que está junto a la ermita de la Trinidad. Cegados por el resplandor de la nieve, cuesta un poco acostumbrarse a la oscuridad del lugar. Y el suelo está muy frío, menos mal que hay mucho banco para poder apoyar sólo los talones de las botas. Jesús y Azu han propuesto la excursión, pero Juncal y Rafa se ocupan del refrigerio, hoy el vino es especialmente reconfortante. Santa Cecilia nos bendice y los tres tenores entonan el "feliz cumpleaños" con brillantez. Ya estamos preparados para enfrentarnos al tobogán de bajada. Hay una alternativa: la pista de Aguinaga, con más espesor de nieve, sin barro, más larga y con un tramo de carretera, pero la gente está muy animada y se enfrenta al parque de atracciones: un serpentín de granizado de barro con aspecto de chocolate nos espera, provocando numerosas culadas. Resulta un poco trabajoso. Menos mal que a partir del desvío, la pendiente se suaviza y un poco más allá, el sendero se transforma en pista, y la nieve deja de ser un problema.
Nos enfrentamos a una última alternativa: pasar por Aizcorbe o seguir derechos al aparcamiento. Cada uno hace lo que más le pide el cuerpo. La verdad es que ya está todo el pescado vendido, y hemos sobrevivido a la aventura siberiana sin mayores percances. ( Mari Luz).







