jueves, 23 de octubre de 2025

Salida sábado 25 de octubre. Etxalar - Karmen canaleta





He esperado hasta última hora para ver la evolución del tiempo, y según las tres aplicaciones que he mirado no dan lluvia a la mañana o muy poca, aunque en la zona de influencia atlántica, nunca se puede estar seguro. De todas formas, no es una ruta complicada por lo que es una excursión que disfrutaremos del colorido otoño.

Hoy vamos a hacer una ruta en el entorno de Etxalar. Empezaremos en el parking que hay a la entrada del pueblo. La excursión va a estar definida por dos parte diferentes, en la primera, más montañera, subiremos y recorremos parte de la Canaleta de Etxalar. Esta no tiene ningún riesgo ya que casi toda ella va por un bonito bosque. Al final de ella, en Santsinerreka, bajaremos a la regata y por un difuso sendero, aguas abajo iremos a una muy cercana pista.

Es aquí donde empieza la segunda parte del recorrido, la ruta de Karmen, siguiendo las regatas Arboztako y Tximista aguas abajo. Este recorrido es un paseo balizado y sencillo con paneles informativos que nos narra lugares significativos de Carmen, personaje protagonista de la ópera de Bizet. Lo empezaremos por el final, en la borda Errotxe, panel número seis. En esta borda almorzaremos (si no lo hemos hecho ya).

En el recorrido pasaremos por castaños, con sus castañas. Esperemos que todavía estén buenas. Será una bonita excursión por un bosque otoñal. En total, unos 14 km y unos 350 m de desnivel. Y la parte más exigente la realizaremos al principio.

Julián

P.D. Etxalar no ha querido desaprovechar la oportunidad de que la protagonista de la ópera Carmen fuera para el pueblo. Por ello ha dado visibilidad al personaje explicando en su página web, la historia de su protagonista (y del libro y del libreto de la ópera), su relación con el pueblo, la pastoral que compuso y representò en sus calles (con abundantes fotos y vídeos casi al final de la página web) y la creación del recorrido que hoy patearemos. De hecho, el almuerzo está previsto realizarlo en la que fue su casa natal.

Por ello recomiendo, leer la información que el ayuntamiento de Etxalar nos ofrece para ambientarnos en los lugares que habitó la protagonista de una de las mejores óperas de todos los tiempos.




Comentarios

Este pasado sábado, nos desplazamos a Etxalar, pueblo perteneciente a las Cinco Villas. Durante toda la semana estuve pendiente del cielo, de sus nubes y del agua que podrían traer. A mitad de semana parecía que nos íbamos a mojar, pero la borrasca que venía se entretuvo en Extremadura y nos dió un respiro. De hecho, llovió durante la noche previa, y a la tarde cuando ya habíamos regresado de la andada. La mañana que disfrutamos fue magnífica.
Nos congregamos en Etxalar unas veinticinco personas, y como estaba previsto, empezamos subiendo al canal. Éste, totalmente cubierto de arbolado, casi tiene un recorrido de 5 km., Los árboles apenas dejan ver el horizonte, tampoco la caída hacia el fondo del valle. No es una ruta de cumbres y de grandes panoramas, es un sumergirse en un mar verde, gozar del entorno cercano, meterse en la piel de un basajaun y contemplar mientras se pasea... Muchos de los árboles son castaños, el suelo estaba repleto de su fruto y de su cáscara pinchosa. Y muchos empezaron a recolectar, sin darse cuenta que aumentaban el peso de su mochila, cuando aún faltaba mucho camino. Sobre la canaleta, para obstaculizar la senda en el canal, había varios árboles caídos que dificultaban el avance, sobre todo el último. Éste estaba en la propina, ya que el track oficial salía de la canaleta, por una pista, pero como traca final, en mi propuesta, seguía el canal, hasta que este se encontraba con la regata Arboztako, y por esta salíamos a la pista buena. Y esta fue la pequeña aventura que dio emoción a la ruta. Primero, para sortear una gran y tupida haya, que nos obligó a rodearla por abajo, malamente. Y luego a bajar entre ramas, y el lecho mojado y resbaloso de la regata hasta la pista. (En mi disculpa, como proponente diré, que en la exploración el suelo estaba seco y no revestía ninguna dificultad). Nada que un gorostiano no haya hecho antes.
Ya en el buen camino, a la gente le entró hambre, (no sé por qué, ya que el camino estaba repleto de castañas). Me costó convencerles de, por lo menos, llegar a la casa de Karmen. Ésta se encuentra en ruinas, solo quedan cuatro piedras, ya que parece que hace tiempo que nadie vive allí. Para quitar el disgustillo de la caminata por la regata, repartimos unas rosquillas compradas en la feria de ganado, sin ganado de Elizondo.
Ahora, ya en la ruta que rememora a Carmen, solo nos quedaba seguir el curso del río para regresar al pueblo. Como es sabido, esta zona está repleta de caseríos habitados, y para llegar a estos necesitan pistas, que están cementadas, que es lo que tocaba caminar. Menos mal, que un trozo de esta bajada se hizo por un precioso sendero, el que antes de los vehículos a motor, los caseros y aldeanos utilizaban para bajar a Etxalar. Un camino repleto de bellos rincones, y castaños, con sus castañas, que los paseantes seguían recolectando.
Aún nos dió tiempo a tomar la cerveza acompañada de chistorra, antes de que cayeran las primeras gotas.


Julian


Y ahora os dejo con otro relato, otra forma de ver el bosque....


Siento romper el encanto de esta visión tan idílica, pero yo quería hablar de unos cuantos instintos básicos. Me explico: veníamos a recordar los bajos instintos que, según la novela, impulsaron la tórrida relación de Carmen y José, un par de montañeses trasladados desde el valle del Bidasoa hasta las sierras andaluzas. Pero lo que me encontré fue:
-El instinto de supervivencia, que nos impulsó a Manuel y a mí a darnos la vuelta ante la perspectiva de colgarnos de una rama sobre un terraplén resbaloso cuando veinte metros más abajo teníamos una cómoda pista.
-El instinto cazador, que impulsó al intrépido Josemari a cargar con un jabalí ayudando a un paisano a subirlo al todoterreno. Seguro que dará más carne que la obtenida en las palomeras....
-El instinto recolector, que nos hizo rebuscar objetos aprovechables entre los desechos amontonados en una curva. Instinto que se desató sobre todo al final de la ruta, con la mitad del grupo recogiendo castañas. Y cuando pillados con la mercancía como si de contrabandistas se tratase, Azucena cuenta que una mujer, en vez de reproches, les dió abundantes consejos sobre cómo conservar y cocinar los preciados frutos. (Mary Luz)