Por condiciones meteorológicas parece aconsejable cambiar el destino de la salida de las tierras tórridas de Fitero a los bosques sombríos de Bértiz.
Recorrido de poco más de 10 km, con 240 m de desnivel, todo el bajo la sombra de bosques que esperamos hagan más llevaderas las temperaturas que vamos a padecer por toda Navarra este sábado.
El recorrido empieza en el parking del parque y de ahí nos introducimos en la carretera a Aizkolegi para dejarla a los pocos metros por sendero a la izquierda.
Punto de encuentro: Aparcamiento piscinas de Nuevo Artica en variante norte.
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Hola a todos. Ayer teníamos la oportunidad de bajar a Fitero para recorrer las roscas, disfrutar de la ola de calor en las tierras del Sur de Navarra y seguir calentándonos en las piscinas termales. Pero algunos decidieron renunciar a tan atractivo cocedero para buscar los oscuros bosques del Norte, a las orillas del Bidasoa, y dar una nueva oportunidad a nuestras amigas las garrapatas, que tan generosamente nos han chupado la sangre durante esta primavera. Así que volvimos a cruzar (por cuarta vez en poco tiempo) los túneles de Velate para aparcar los coches en el Señorío de Bértiz. El objetivo era recorrer la senda de los Suspiros. Empezamos caminando por la amable carreterita que rodea el parque para abandonarla enseguida y emprender una decidida subida. Se comienzan a ver los hipericos que nos acompañarán durante toda la jornada. Pasamos por en medio de una plantación de robles jóvenes para, una vez suavizada la pendiente, internarnos en un sombreado bosque de robles ya crecidos, con numerosos castaños intercalados. Superamos unas cuantas regatas por unos puentes de madera. El camino está muy bien trazado a media ladera, y con paneles indicativos de vez en cuando, Había restos de un aprisco para ovejas, donde además se elaboraba queso. Luego también vimos una construcción circular que se usaba para almacenar las castañas antes de desprenderlas de su espinosa cubierta. Como se trata de una zona de reserva integral, los abundantes árboles caídos no se retiran, aunque algunos troncos estaban serrados para permitir el paso. Luis se detuvo más de lo habitual, respondiendo a las numerosas preguntas sobre los hongos, mixomicetos, líquenes y helechos que nos encontramos en los márgenes de la senda, impartiendo para sus embelesados escuchantes toda una lección sobre criptogamia. Se trataba de remontar la regata hasta su inicio, aunque no llegamos a salir a terreno despejado. Almorzamos cómodamente sentados sobre unos troncos y con abundante vino en el cuerpo emprendimos el regreso (a las pastas y “Goya” del cumpleañero Josemari se unía una botella de Málaga Virgen que había traído Rafa, y como estábamos “sólo” catorce, nos pusimos las botas).
El descenso era por el fondo de la barrancada. Nos desviamos cruzando un puente de madera para visitar el paraje del “suspiro”, una pequeña cascadita sobre una roca tapizada de musgos y hepáticas. Volvemos a la senda principal, ya convertida en pista, flanqueada por alisos y avellanos. Pasamos por una calera y llegamos a la carretera de inicio, que nos lleva nuevamente al aparcamiento y al merendero, mucho más concurrido que a la mañana. Completamos la jornada en el bar de Oronoz, con pinchos y cerveza. No me resisto a señalar que a la tarde se celebró en Elizondo el centenario del nuevo templo levantado en 1925. Misa solemne, con cánticos especialmente elegidos e interpretados por el coro que convierte cada celebración en un concierto, y a la salida, vino y pastas para todo el mundo en unos jardines donde un débil sirimiri aportaba frescura al ambiente.
Mary Luz


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