Esta es la propuesta próximo sábado, en total son poco más de 13 km y algo más de 300 m de desnivel positivo, si parece larga se reduce en 1,2 km sin ir a Peña del Arco. Para el que quiera reducir mas se puede hacer solo la cima de San Cristóbal y no hacer San Justi
Parece el tiempo será bueno, sin lluvia.
Punto de encuentro: Aparcamiento piscinas de Nuevo Artica en variante norte.
Información general
Programación anual
Cómo llegar al punto salida excursión
Comentarios
Que por mayo era, por mayo, cuando hace la calor…
Los 16 andarines del grupo no se han sentido prisioneros como el autor del romance, sino muy libres por esos parajes de ensueño con la primavera en plenitud. Hoy ha habido nubes y sol, buena temperatura, ausencia de viento incluso en los altos. La previsión de lluvia y de tormentas, un mal pronóstico; ayer descargó mucha agua en la zona, los caminos daban fe de lo que afirmo.
La ida a la Peña del Arco y a San Justi por una especie de valle ha tenido tramos con barro, pero el regreso por los altos por espacio de unos cinco km, ha sido un regalo. Además de toda la llanada, se veía en todo momento la Sierra de Cantabria, peña del León, Bonete de San Tirso y una serie de cordales situados entre Meano y Rivas del Tereso, población visitada por este grupo en alguna ocasión. No han faltado lecciones magistrales sobre plantas, arbustos y flores que salían al paso. Me he quedado con el abrótano, por si sirve de crece-pelos.
El regreso desde el alto de San Cristóbal ha variado respecto del recorrido de 2017. Hemos dado un rodeo para pasar por un curioso roquedo, muy utilizado para la práctica de la escalada. Llamativos también los ejemplares de castaños trasmochos. Finalmente hemos llegado a la villa de Apellániz por un barrio denominado Bengara, de calles estrechas, bellas casas y rincones llamativos. El GPS marcaba 13,6 km y el desnivel acumulado de 570 m.
En tiempos pretéritos, en esta población, como en otros muchos lugares existía el lobo. Sus habitantes adaptaron una caída natural del barranco Unzarrate como lobera, es decir un foso donde el lobo perseguido por unos humanos adiestrados caía unos seis metros, y quedaba sin posible escapatoria. En ese trance, es fácil imaginar quién mostraba mayor ferocidad. No había en aquella época lugar a una ecología como la entendemos ahora, sino que quizá se trataba de una mera supervivencia humana. En las ordenanzas de los montes de Izki se llegaba a abonar hasta ocho ducados a quien diera muerte a un lobo u oso. Tema opinable ahora.
Regreso a Navarra por La Barranca unos coches y por Campezo otros. Diversidad de rutas y de establecimientos para el pincho. Agur!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario